Por: Nick Davies.
La navidad es un tiempo para la familia. Pero el mensaje bíblico no solo afirma esto, lo desafía, desafiándonos pensar en la familia y la navidad de manera diferente que la sociedad.
En Cristo, tu familia es importante.
Con la familia bajo más presión que muchos podemos recordar, nuestro instinto de la prioridad de la familia es correcto. A través de una familia, la de Abraham, Dios prometió bendecir toda la creación.
Una prioridad en la Ley y Mandamientos recibidos después del Éxodo es proteger la familia y los linajes de las 12 tribus, lo que era esencial en la monarquía. Sin embargo, la vida pecaminosa del pueblo de Dios se expresaba también en las relaciones familiares: los padres animaron la idolatría en sus hijos (Isaías 57), y los hijos rebelaron contra sus padres (Deut. 21), reflejando en conflicto y abuso de autoridad en la familia desde la caída (Gen. 3) Entonces, una indicación de la renovación prometida por Dios, dada por los profetas es la renovación de relaciones familiares cuando Dios mismo llegaría para juzgar y renovar su pueblo (Mal 4).
Si terminamos acá, tenemos un buen mensaje del deseo de Dios para la familia, un mensaje moralista para una película navideña, pero no un mensaje centrado en Cristo y la cruz, que es el propósito de la navidad de todos modos.
En Cristo, tu familia no es importante.
Como siempre, cuando llegamos a la cruz, hay continuación y descontinuación. No hay conflicto entre partes de la Biblia, sino un desarrollo como parte de la revelación que llega a su cima en Cristo.
Pablo nota que la semilla de Abraham es singular: la esperanza de la promesa de la familia de Abraham tiene su cumplimiento en Cristo, no nuestras familias. La bendición del mundo vendrá por Cristo (Gal 3). Esto nos muestra que no podemos copiar y pegar la prioridad familiar desde la historia de Israel a nosotros sin la cruz como clave interpretativa.
No hay duda que Cristo cumple la promesa de restaurar familias. Vemos esto en las instrucciones de Pablo de amor y obediencia familiar como expresión de la transferencia desde la muerte a la vida por la cruz de Cristo (Efe. 2 y 5). Liberado del egoísmo y dependencia en las apariencias a través del perdón gratis de la cruz, podemos amar a nuestros esposos, esposas, hijos, hijas, padres, y madres con el amor escandaloso de Cristo, sacrificándose y lavando los pies.
Pero el cumplimiento en Cristo también señala hacia la descontinuación, reflejando cómo el pueblo de Dios no es de sangre sino Espíritu por la cruz.
La familia de Jesús no es su madre ni hermanos, sino los que hagan la voluntad de Dios en reconocer quién es Jesús realmente. Ser discípulos de Cristo es arriesgar romper con nuestra familia, “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mat. 10). Es su muerte en la cruz lo que define quién es el pueblo de Dios, quien es en su familia. Pablo, promotor de buenas relaciones sanas en la familia, al mismo tiempo nota que no es la más importante, recordando los corintios “que bueno les fuera quedarse [soltero] como yo” (1 Cor 7), reflejando la enseñanza de Cristo sobre la falta de matrimonio la nueva creación, “en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento” (Mat. 22). Por eso, entre las metáforas para la iglesia no aparece ‘familia’ sino ‘rebaño’, ‘huerto’, ‘ciudad’, ‘templo’, ‘esposa’, y ‘cuerpo’. Cristo amplía la definición de quién es nuestra familia.
Para estar absolutamente claro, el segundo grupo de pasajes no borra el primero, ni es el primer grupo más fundamental que el segundo. Nunca enfrentamos una parte de la Biblia contra otra. La buena teología bíblica es ver cómo los dos fluyen juntos, sin resolver lo que la Biblia deja en tensión porque vivimos entre la cruz y el retorno de Cristo. En Cristo, tu familia es importante. En Cristo, tu familia no es importante.
¿Habrá solo tu familia en tu navidad, o reflejará de verdad el amor de Cristo?
Piensa en esta navidad. Si tu cena de nochebuena solo va a ser tus padres, hermanos, e hijos ¿realmente celebras la venida del Cristo que amplió tu familia? En nuestras iglesias hay viudas sin familia, inmigrantes y extranjeros lejos de su tierra, solteros y parejas aisladas de sus familias, las madres y padres solteros que simplemente no tienen la capacidad para dar una cena. Ellos y otros son tu familia también. No permitamos que la tradición y el marketing de empresas tengan más influencia sobre nosotros que el evangelio. Mostramos a nuestros hijos que somos discípulos de Cristo, “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13)