Por: Redacción DCP
Por naturaleza, el ser humano está inclinado a buscar satisfacción en cosas creadas antes que en el Creador. En nuestra cultura actual, esta tendencia se manifiesta claramente en el consumismo, una mentalidad que glorifica la acumulación de bienes materiales como el camino hacia la felicidad, el estatus y la realización personal. Este problema encuentra su máxima expresión en fenómenos como el Black Friday y la navidad, una celebración global del materialismo. Como cristianos, debemos abordar estas cuestiones desde una cosmovisión bíblica, preguntándonos cómo Dios quiere que vivamos en un mundo saturado de consumismo.
El corazón del problema: la idolatría del materialismo
La Escritura es clara en advertirnos contra la búsqueda de satisfacción en las cosas materiales. Jesús dijo:
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:19-21).
El consumismo es, en esencia, una forma de idolatría. Coloca las cosas creadas en el lugar que le corresponde solo a Dios. En el marco del Black Friday, esta idolatría se evidencia cuando las personas se endeudan, sacrifican tiempo, paz e incluso relaciones para obtener bienes que prometen satisfacer, pero nunca lo logran.
Pablo también advierte sobre esta trampa al escribir que “la raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Timoteo 6:10). Este amor no solo se refiere al dinero en sí, sino a lo que este puede comprar. La avaricia, el deseo desordenado por más, es una manifestación de un corazón que ha reemplazado a Dios con la promesa falsa de la autosuficiencia material.
El Black Friday: una oportunidad para reflexionar
El Black Friday, aunque culturalmente neutral, expone el espíritu del consumismo de nuestra era. No es un problema en sí mismo aprovechar descuentos o hacer compras necesarias, pero el Black Friday se ha convertido en un símbolo de la búsqueda desenfrenada de más cosas. Para el creyente, estas fechas representan una oportunidad para reflexionar sobre nuestras prioridades, nuestras motivaciones y nuestra cosmovisión.
En este contexto, debemos plantearnos preguntas fundamentales:
- ¿Qué gobierna mi corazón?
El consumismo no es simplemente una cuestión económica; es una cuestión espiritual. Santiago 4:1-3 nos recuerda que las pasiones desordenadas dentro de nosotros generan conflictos. Cuando el deseo de poseer nos domina, evidencia que hemos colocado algo más alto que la supremacía de Cristo en nuestras vidas. - ¿Estoy administrando mis recursos con sabiduría?
Todo lo que tenemos proviene de Dios, y somos llamados a ser mayordomos fieles. Esto incluye administrar nuestro dinero de manera que glorifique a Dios y bendiga a otros. Gastar impulsivamente, endeudarse o buscar satisfacción en bienes materiales no refleja el carácter de un siervo fiel (Lucas 16:10-13). - ¿Estoy modelando el contentamiento?
En Filipenses 4:11-13, Pablo escribe sobre aprender a estar contento en cualquier circunstancia. El Black Friday, y cualquier celebración similar, debe ser una oportunidad para modelar este contentamiento, mostrando que nuestra satisfacción no está en lo que compramos, sino en Cristo.
Un llamado a la transformación de la mente
El apóstol Pablo nos exhorta en Romanos 12:2 a no conformarnos a este mundo, sino a ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento. Para enfrentar el consumismo desde una cosmovisión bíblica, necesitamos una transformación de nuestra mente y de nuestras prioridades.
- Vivir con un propósito eterno
Las cosas materiales no son intrínsecamente malas, pero deben ocupar su lugar adecuado en nuestra vida. Cuando Jesús habló de buscar primero el Reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33), nos mostró que la prioridad del creyente es vivir con un propósito eterno, no terrenal. - Cultivar la generosidad
En lugar de centrarnos en lo que podemos adquirir, debemos reflexionar en cómo podemos dar. Pablo escribe en 2 Corintios 9:6-8 que Dios ama al dador alegre, y que nuestra generosidad es una expresión tangible de nuestra confianza en Su provisión. Además, Efesios 4:28 nos recuerda que trabajar no solo es para nuestro sustento personal, sino también para tener con qué ayudar a quienes están en necesidad: «El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.» - Practicar la gratitud
El consumismo se alimenta de una mentalidad de escasez: la creencia de que siempre necesitamos más para ser felices. Pero el creyente, lleno de gratitud por lo que Dios ha provisto, puede decir con Pablo: «Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento» (1 Timoteo 6:6).
Cómo responder al Black Friday como cristianos
Entonces, ¿cómo debe el creyente afrontar celebraciones como el Black Friday dentro de un marco bíblico correcto?
- Evaluar nuestras motivaciones
Antes de participar, debemos preguntarnos: ¿Estoy comprando esto por necesidad o por deseo desordenado? ¿Estoy siendo influenciado por la presión cultural o guiado por el Espíritu Santo? - Establecer límites sabios
Es prudente establecer un presupuesto y ceñirse a él. Esto nos ayuda a evitar gastos impulsivos y demuestra que somos responsables con los recursos que Dios nos ha confiado. - Invertir en lo eterno
En lugar de gastar en exceso en cosas temporales, considera cómo puedes usar este tiempo para bendecir a otros. Tal vez podrías donar a organizaciones cristianas, apoyar a familias necesitadas o invertir en recursos que edifiquen tu fe y la de otros. - Modelar una vida diferente
En un mundo obsesionado con las cosas materiales, los cristianos tienen la oportunidad de mostrar una forma diferente de vivir. Al priorizar a Cristo, la generosidad y el contentamiento, podemos ser una luz en medio de la oscuridad del consumismo (Mateo 5:16).
Conclusión: Cristo es suficiente
El Black Friday no es más que un reflejo de las prioridades de este mundo caído, pero también es una oportunidad para que los creyentes demuestren que nuestra esperanza y satisfacción no están en las cosas que perecen, sino en Cristo, quien es eterno.
Al enfrentar cualquier tentación hacia el consumismo, recordemos las palabras de Jesús:
“Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed” (Juan 6:35).
Solo Cristo satisface plenamente. Nuestra respuesta al Black Friday, y a cualquier celebración similar, debe reflejar esa verdad. Vivamos de tal manera que el mundo vea que nuestro tesoro está en el cielo, y que nuestra vida apunta a Aquel que nos redimió con Su preciosa sangre.
«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Romanos 12:2). Que esta verdad guíe nuestra conducta, incluso en días como el Black Friday.
El próximo mes hablaremos más sobre el consumismo durante la época navideña.