Sinopsis de PRACTICAR LA PRESENCIA DE JESUS
Jesucristo se despide de sus seguidores con una promesa sorprendente: «He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt. 28:20). Habla de una presencia personal constante, de un acompañamiento real en todos los lugares y todas las situaciones.
Esto es lo que distingue la fe cristiana de una ideología: no se trata de una lista de aspiraciones, sino de la presencia personal de un Salvador. El cristianismo también es mucho más que una disciplina: no se limita a un conjunto de prácticas autoimpuestas, como si de una dieta o una tabla de ejercicios se tratase, sino de una dulce comunión con un Amigo, un Padre, un Pastor, que realmente está allí. El cristiano no lanza sus oraciones al vacío, sino que éstas llegan a un oído dispuesto a prestar atención. No lee su Biblia en solitario, sino goza de la compañía de un Expositor paciente a su lado. No lucha solo con tentaciones, con necesidades, con los sinsabores de la vida, como si remara contra viento y marea abandonado a su suerte, sino hay Otro que le toma de la mano para andar sobre las olas en plena tempestad.