Por: Bryan Pain
Fuente: Coalición por el Evangelio
Los pastores abrazan el llamado a plantar una nueva iglesia con alegría y entusiasmo por todo lo que Dios puede y hará en esa nueva temporada de ministerio. De hecho, muchos pastores tienen sueños y visiones para la iglesia: crecimiento exponencial, membresía como la de Cristo, amistades, alegría para su familia, y años de fructífero servicio. Pero, ¿qué haces cuando la realidad no coincide con tus expectativas? ¿Qué haces cuando las personas con las que has compartido la vida (personas a las que has llegado a amar sirviendo con ellos y junto a ellos) abandonan la iglesia? ¿Cómo respondes cuando la iglesia comienza a reducir su asistencia en lugar de crecer?
Estas temporadas de decadencia pueden convertirse en tiempos de duda: ¿puedo realmente dirigir la iglesia? ¿Me ha abandonado Dios? ¿Es todo culpa mía? A través de veinte años de ministerio pastoral, y después de haber atravesado temporadas de crecimiento y declive, ofrezco humildemente seis consejos a considerar cuando veas miembros que se van de la iglesia.
1) Ora. Ora por las familias que se van y ora por los que se quedan. En muchas congregaciones, los miembros han adorado juntos durante décadas. La realidad es que cuando una familia se va y otra se queda, el dolor y los sentimientos de separación son similares a un divorcio. Esta es una temporada en la que tu vida de oración es vital para tu salud y la salud de la congregación (ve la consideración seis).
2) Pregunta. Cuando sepas que una familia se va (o descubres que se ha ido), programa una hora para sentarte con ellos y preguntar por qué. No uses este tiempo para discutir tu posición o tratar de recuperarlos. Más bien, pregunta por qué para que puedas saber mejor cómo ministrar a los que se quedan. No siempre te gustará la respuesta. Puede que no veas como válidas las razones. Lo más probable es que no estés de acuerdo con que irse es una solución. Y sin embargo, al escuchar la respuesta puedes sentirte humilde y tener los ojos abiertos a los errores que has cometido. Incluso cuando no estás de acuerdo con la decisión de irse, puede haber un núcleo de verdad en su razonamiento que te lleve a la confesión y arrepentimiento ante el Señor. Esto me lleva a un tercer consejo…
3) Evalúa. A menudo las familias se van porque la iglesia ha hecho “cambios”. El cambio es como una maldición en muchas iglesias. Estos cambios pueden ser estilísticos con respecto al culto, o estructurales con respecto al edificio, o personal con respecto al personal o liderazgo laico. Cuando las personas se van debido a un cambio, es un buen momento para evaluar si has comunicado los cambios claramente y has expresado razones significativas para los cambios. Un cambio significativo puede ocurrir en la iglesia cuando hay una comprensión clara del “por qué” para el cambio.
4) Habla. Pasa tiempo reuniéndote y hablando con los miembros sobre por qué la gente se va. Hazles saber a tus miembros que te preocupas por este problema y que es doloroso para ti. Expresa tu amor por aquellos que se fueron, por la iglesia, y por aquellos que están sufriendo por la pérdida de la membresía. Al reconocer el problema de las personas que se van, los miembros de la congregación sabrán que tú estás al tanto del problema y que te importa. Tu silencio aquí puede comunicar que no te importa o que no lo sabes.
5) Muestra atención. En temporadas de decadencia, enfócate en el evangelio y su proclamación. Recuérdate a ti mismo y a los miembros de la iglesia que Dios es fiel y que Jesús edificará su iglesia. Concentra tu atención y llama la atención de la iglesia a aquellos lugares donde Dios está trabajando (nuevos miembros, testimonios de victoria, transformación en la vida de los miembros, etc.) y celebra esas realidades.
6) Renueva. Cuando atravieses una temporada difícil de ministerio, recuerda el llamado de Dios. Pídele a Dios que renueve y restaure el gozo de su salvación y su llamado al ministerio. Pasa más tiempo en su Palabra y en oración, sabiendo que necesitas estar lleno espiritualmente para derramarte en una congregación que está sufriendo.
El pastor sigue predicando la Palabra de Dios y llamando a su congregación a una rendición más profunda y un compromiso renovado con el Señor. Oro para que Dios use esta temporada de declive para llevarte a una rendición más profunda y un compromiso renovado también.