Por: Nick Davies
¿Dónde está la línea entre amigos y enamorados? ¿Cómo sabes si ya son ‘amigos con compromiso’?
Establezcamos los datos sencillos sobre la diferencia entre nosotros y los tiempos bíblicos. En aquel entonces:
- El enamoramiento no existía.
- Las amistades entre géneros fuera de la familia eran raras.
- Las que existían eran “amistades de reciprocidad” – patrones y clientes.
Sin embargo, actualmente vivimos en una cultura muy diferente, con nuestra educación de masas, mayor movimiento social, redes sociales más amplias y diferente ritmo de relaciones románticas. La diferencia entre una o dos generaciones es bastante grande, por no hablar de hace 2000 años. Debemos tener cuidado con cómo aplicamos fielmente la Biblia a nuestros tiempos cuando pensamos en la amistad y el enamoramiento.
Empecemos por ver cómo Jesús define la amistad como amor mutuo sacrificial, y luego pensaremos en lo que esto significa para el enamoramiento.
El ADN de todas las relaciones cristianas: amigos de Jesús y entre sí.
En Juan 15, poco antes de la cruz, Jesús llama por fin amigos a sus discípulos.* Tómate un momento para leer estos tres versículos:
12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
La amistad en este sentido cristiano es algo más que la comprensión normal de una mera historia compartida, experiencias e intereses comunes. Es amor sacrificial, modelado por Jesús dando su vida por sus discípulos. Saber esto los clasifica en una categoría diferente: de siervos a amigos (v. 15). Ahora están en el círculo íntimo, saben de qué se ocupan el Padre y el Hijo.
Esto era bastante contracultural en dos frentes. Es el lenguaje de la familia redirigido para referirse a personas que no son familia. Además, esto es muy diferente a las “amistades de reciprocidad” de patronos y clientes. Sus discípulos, y nosotros, debemos seguir su ritmo de amistad, de amor sacrificado a los demás. Lo deja claro en los dos versículos siguientes:
16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.
La relación básica entre todos los cristianos es esta amistad mutuamente sacrificial, basada en el maravilloso acto de gracia de Jesús declarándonos sus amigos, muriendo por nosotros. Entre ancianos y jóvenes, líderes y laicos, hombres y mujeres, la forma predeterminada de relacionarse es como amigos en la forma en que Jesús describe allí en el versículo 13. Cualquiera que sea la función de la reunión eclesial -un culto, una reunión de jóvenes, de jóvenes adultos, de hombres y mujeres-, todas ellas son, ante todo, reuniones de amigos que se aman mutuamente. Este fuerte vínculo horizontal es el ADN de todas las relaciones cristianas. Si se me permite ser un poco provocador, cuando se piensa en ello, la amistad es más importante que el matrimonio porque es nuestra amistad juntos lo que continuará en la eternidad, no los matrimonios (Mateo 22:30).
Amistad y enamoramiento
¿Qué tiene que ver esta plática sobre la amistad con el enamoramiento? Como soltero o soltera, cuando pienses en los otros solteros y solteras de tu iglesia, tienes que pensar en ellos como tus amigos que se sirven mutuamente con sacrificio, como Jesús. Así es como toda la iglesia debería relacionarse entre sí todo el tiempo.
Desafortunadamente, algunos cristianos están atrapados en la misma mentalidad que el mundo sexualizado en el que vivimos. Al igual que el mundo, se ven a sí mismos principalmente como objetos sexuales, pero desde el punto de vista cristiano como tentaciones o amenazas para el matrimonio. Es la misma cosificación sexual de la sociedad, sólo que con un gran “no” en lugar de un gran “sí”, dejando a Jesús fuera de juego. Estos cristianos y la sociedad son solo dos planetas orbitando el mismo sol enfocado en el sexo.
Y así, sin esta mentalidad de relacionarse unos con otros como amigos, como quiere Jesús, todas las relaciones entre hombres y mujeres solteros se centran en el matrimonio, viéndose unos a otros como potenciales parejas sexuales monógamas, o tentaciones sexuales. Entonces:
- Los consejos cristianos sobre las relaciones se reducen a una plétora de guías legalistas de lo que se debe y no se debe hacer, de normas que advierten a los hombres y mujeres cristianos sobre cómo no deben relacionarse entre sí, o bajo qué límites casi farisaicos pueden hacerlo, todo ello etiquetado como “sabiduría bíblica”.
- Los ministerios juveniles se convierten en mercados de carne, que separan a los cristianos solteros del resto de la iglesia hasta que se casan (¡como si el matrimonio resolviera todos los problemas!)
- A los hombres casados se les anima a temer a otras mujeres como tentaciones, y a sus esposas se les enseña a ver a sus hermanas en Cristo como amenazas. (Por alguna razón, siempre son las mujeres las que parecen ser el problema. Qué extraño…)
En lugar de las profundas amistades contraculturales de fraternidad sacrificial de la familia de Cristo, nos vemos reducidos a una anémica red de ligeras conexiones entre hombres y mujeres centradas en prepararse para el sexo, o en evitarlo.
No es de extrañar que, desde este punto de partida, los consejos cristianos sobre el enamoramiento, aunque bienintencionados, coqueteen todos demasiado cerca del legalismo. Por el contrario, debemos partir de lo que Jesús dice de nosotros, y de cómo quiere que nos relacionemos unos con otros. Como amigos suyos a los que Él ama sacrificadamente, juntos, hombres y mujeres, somos amigos que se aman sacrificadamente unos a otros. Este es el ambiente de gracia en el que nos enamoramos.
Al vivir así, habrá brotes de emoción, preguntas del tipo “¿le gusto?” o “me gusta más de lo que pensaba”. ¡Genial! Son los buenos deseos de intimidad y sexo que Dios nos ha dado. Pero como nos vemos como amigos en la forma en que Jesús habla de ello, por lo tanto no seguimos ciegamente tales emociones, sino que hablamos con nuestros amigos más sabios (familia o amigos cristianos) para ayudar a equilibrar los químicos locos que impulsan nuestros deseos. Interrogamos nuestros motivos que pueden llevarnos a ver al otro principalmente como un objeto sexual.
No hay reglas de oro, ni marcadores claros, ni indicadores fáciles para saber cuál es la línea que separa a los amigos de los amigos con compromiso, porque la atención no se centra en el proceso, sino en las relaciones que buscan servir a los demás como Cristo se entregó por nosotros, y ellos por nosotros.
El paso de esto a una relación romántica es complicado y sólo se ve claro en retrospectiva. Esa es la naturaleza de las relaciones. Bajo la gracia, con el poder del Espíritu, no hay reglas farisaicas. Sólo hay sabiduría guiada por el Espíritu, centrada en la relación que Jesús nos ha dado con el sexo opuesto: la familia fraterna.
En este Día de los Enamorados, recuerda que Jesús te llama su amigo, por el que dio la vida, para hacerte parte de una familia de amigos, cada uno sacrificándose como Él. Esa mujer que te gusta, ese hombre que te gusta, es tu amigo, una relación profunda que sólo existe gracias a Jesús. No pienses como el mundo, viéndolo a él o a ella como un objeto o una meta para el placer, más bien sigue una mentalidad diferente. Es la mentalidad de un amigo de Cristo, la mentalidad de ver a los otros amigos de Cristo como oportunidad de servir en vez de pareja o tentación potencial. Es la mentalidad de amar como amigos en Cristo, sin temor, que es la base para cualquier dirección romántica que puede suceder.
*Estoy en deuda hacia el hermano Andrew Bunt y su artículo Jesus on Friendship por el recordatorio de Juan 15 y el tema de amistad. Recomiendo la lectura con Google Translate https://www.livingout.org/resources/articles/113/jesus-on-friendship